Resumen de recomendaciones políticas del proyecto PANIS

Los hogares españoles han experimentado un claro deterioro en términos de inequidad, pobreza y exclusión social, afectando de manera importante la calidad de la dieta.

Aunque la dieta mediterránea está claramente asociada con excelentes niveles de salud –incluyendo reducciones en la mortalidad cardiovascular, la incidencia de cáncer, diabetes, y deterioro cognitivo– la mayoría de los estudios señalan una adherencia baja o moderada entre las poblaciones mediterráneas, lo que sugiere un progresivo abandono de este patrón alimentario tradicional.

Si bien se reconoce el impacto de la dieta en la salud física, psicológica, emocional y mental, así como en el rendimiento laboral y el gasto sanitario, aún no hay un seguimiento sistemático sobre el acceso a una alimentación adecuada, como un derecho básico de la población, ni a la calidad de la dieta.

Este fenómeno afecta especialmente a poblaciones en situación socioeconómica precaria. En ciudades como Barcelona, se observa una mayor incidencia de la obesidad y el sobrepeso en barrios desfavorecidos, y casi se ha duplicado el porcentaje de hogares en situación de privación material severa en la última década.

Evidencia sobre el tema encontrada en el proyecto PANIS

  • Existe una baja adherencia a una dieta saludable, y los ingresos y la presencia de personas menores de 16 años en el hogar son factores que influyen de manera importante.
  • El contexto socioeconómico y el entorno alimentario pueden condicionar la adherencia a una dieta saludable.
  • Existen disparidades de género que afectan la adherencia a una dieta saludable de los hogares.

Ante estos datos, el proyecto PANIS propone una batería de recomendaciones políticas dirigidas a las administraciones locales, con especial atención al Ayuntamiento de Barcelona. Estas incluyen:

  • Integrar la política alimentaria en estrategias económicas y sociales: aumentar el salario mínimo, regular el alquiler y fortalecer la vivienda pública para reducir la carga financiera de los hogares en situación de vulnerabilidad.
  • Universalizar y reforzar los comedores escolares, incluyendo etapas postobligatorias, con menús saludables, monitoreo nutricional y horarios adaptados a las familias.
  • Adoptar un enfoque de género en las políticas de conciliación y alimentación, promoviendo la corresponsabilidad y reduciendo la carga invisible que recae sobre las mujeres.
  • Mejorar los entornos alimentarios en barrios vulnerables, impulsando mercados de proximidad, huertos urbanos y regulación del exceso de oferta de comida ultraprocesada.
  • Implementar campañas de educación alimentaria comunitaria con talleres prácticos, asesoramiento local y fortalecimiento de redes de apoyo.
  • Establecer un sistema local de monitoreo nutricional por barrio, con datos desagregados por género y edad, para orientar mejor las intervenciones.

Estas recomendaciones buscan fortalecer la seguridad alimentaria en Barcelona mediante un enfoque integral que reconoce la influencia de factores estructurales, sociales y territoriales en la adherencia a dietas saludables. Para garantizar el derecho a alimentos suficientes, seguros y nutritivos, que satisfagan las necesidades dietéticas y preferencias culturales, es fundamental implementar políticas coordinadas que aborden las desigualdades socioeconómicas, de género y territoriales, al tiempo que se fomentan procesos comunitarios de participación, formación y empoderamiento. Solo así se podrá promover una mejora sostenible y equitativa en las condiciones alimentarias de toda la población, poniendo especial atención en los grupos más vulnerables y fortaleciendo el tejido social local.